lunes, 26 de septiembre de 2011

Do you really like clowns?

Do you really like clowns?

INTRODUCCIÓN
Dovregnis

Ni un solo rayo de luz alumbraba el camino aquella noche, las estrellas parecían haber desaparecido por completo del cielo conforme se iban acercando a su destino. Tan solo era la una de la madrugada pero las chicas ya bostezaban de sueño en sus asientos mientras escuchaban a los chicos cantar entusiasmados cualquier canción que pusieran en la radio. No les importaba no saberla, ellos mismos la personalizaban y cambiaban la letra a su gusto. Cada uno con una melodía diferente, con una frase diferente y con una única cosa en común; que las chicas no se durmieran en el todoterreno de Harry.

El camino era antiguo, no había carretera alguna y carecía de indicaciones. Harry conducía guiándose por su instinto mientras que Tom trataba de guiarle con aquel mapa que había comprado en la ultima gasolinera en la que pararon a repostar. Dovregnis, el pueblo donde los chicos habían decidido pasar las vacaciones aquel verano parecía no existir en ningún lugar pero el moreno que cogía con fuerza el volante no pensaba soltarlo hasta llegar a su destino. Un ronquido de la parte trasera hizo que Grecia diera un bote de su asiento y golpeara el hombro del pecoso sin piedad alguna. Al fin, a lo lejos, el rubio del bigote divisó un cartel de madera medio caído. Orgulloso por su gran golpe de suerte se tomó la libertar de dar un grito tan agudo que resultó molesto hasta para él mismo.

¡Parecía más bonito en las fotos! – se quejó Danny mientras bajaba del vehículo con dificultad.
Han sido más de ocho horas de viaje, si esto no te parece más bonito que estar en el coche te vuelves andando a Londres – amenazó el moreno lanzandole una mirada de odio que hasta el más tonto podía reconocer.
Tranquilos, ahora hay que buscar un hostal o algo así – añadió Ranya,
¡Pero no ves que hay cuatro casas abandonadas y un puto bar! Aquí no hay hostales, joder.
Danny callate la boca, llevas todo el camino usando un lenguaje que no me gusta nada.
Estoy cansado, Tom. ¿Cómo repámpanos quiere usted que hable, señorito Tom? – comentó con un aire refinado acompañado de su típico tono de ironía.